jueves, 24 de febrero de 2011

La amiguis bruta: dos por uno.

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Maldita sea, he perdido la cuenta de cuantos episodios tiene "La amiguis bruta"... como que la voy a sacar para televisión... ¡Me haré millonaria! O tal vez no, digo, ¿quién en su sano juicio quisiera ver un programa sobre una "amiguis" que encima es bruta que jode? ¿Quién?
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Los libros de Historia del Arte se agotaron a nivel nacional, internacional, lo que sea, y sólo contadas personas tienen uno en su poder, por lo que tenemos que juntarnos en grupo para tener la materia completa. Para que todos podamos copiar, uno tiene que dictar (luego se le prestará un cuaderno para que copie).

No hay nada más ladilla que estar en medio de un dictado.Y mucho menos algo más ladilla que alguien obstruyendo la vía al fin del distado, es decir, un o una ladilla que no tenga nada mejor que hacer que interrumpir cada cinco minutos para decir cualquier idiotez.

En la clase que tuvimos hoy, yo tuve, por culpa de mi querida profesora de arte (quien me quiere tanto como yo a ella), que juntarme en el mismo grupo que Cristina. Para hacer la cosa corta porque yo sé que no quieren veinte testamentos de Cristinita y su interesantísima vida, les voy a dejar la cosa así:

(Primeros cinco minutos).
Cristina: Ay, ya va, chama, más despacio...

(Dos minutos después).
Cristina: Helenístico se escribe con... ¿jota?

(Un minuto después).
Cristina: Es jópico o ¿jósique?

(Cuarenta y tres segundos después)
Cristina: ¡Ay, chama, qué hambre tengo!

(Dos segundos después).
Cristina: Ya va, ya va, que mi papi me está hablando por el bebe.

(Un... ¿para qué me molesto?).
Cristina: ¡Más lentooo! ¡Que me estoy acomodando el pelooo!

(La unidad de tiempo que debería ir aquí es tan pequeña que nanosegundo queda como en gigante de Jack y los frijoles mágicos).
Cristina: Chama... ¿sabes qué? Tengo hambre (*repetir frase otras cinco veces después de eso*).

La mandamos a tomar por culo, pero ella sólo se rió, dijo: ¡Ay, qué malitas son conmigo! luego nos mencionó el hambre que tenía, de nuevo, y se puso a mirar su reflejo en el teléfono antes de pedir que fuésemos más lento para que ella copiara.

En otras noticias...

¡A Cristina le salió su primer grano! ¡Es el fin del mundo tal y como lo conocemos! ¡NOOOOOOO!

...

Y más "¡NOOOOOO!" for the lulz.

Mientras estábamos en deporte (y no, no me escapé esta vez), nuestra BFF llega con algo blanco al lado de la nariz; luego de preguntar qué era me respondí antes de que Cristina dijese algo que era un moco, No-sé-quién mencionó que era una de esas cortadas que le salen a los hombres si no se rasuran la cara con cuidado (la mujeres no se rasuran la cara, nos echamos cera hirviente encima y nos la arrancamos de un jalón, no joda).

Entre tantas teorías, Cristina chilla algo que entendí más o menos como una crema cicatrizante o algo así (el chillido me dejó sorda de bolas, de nuevo). Otra ola de preguntas llega al cuestionar qué era lo que se estaba cicatrizando.

Y, redoble de tambores, por favor, Cristina nos revela el horror, el terror, aquello que nos marca la cercanía con el fin del mundo y la dominación mundial por parte de los Teletubies...

Cristina: No me lo van a creer... ¡Es horrible! ¡¡¡ME SALIO UN GRANOOOOO!!!

(Eco en la lejanía: ¡GRANOOO! ¡GRANOOO! ¡Granooo! ¡Grano! Grano... grano... no...)

Luego de recuperar la capacidad auditiva, la gente que estaba cerca y yo nos miramos. Sí, todos nos sorprendemos un poco con el primer grano, así como con todas o la mayoría de las primeras veces (no me refiero a "esa" primera vez, por ahora dejémosla de lado), pero... Dejar sordo a medio mundo es una exageración descomunal.

Vamos, digo yo.

(Eco en la lejanía: granooo... granoo...)

¡¿Todavía?!

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